Conversar con el pintor y poeta Ginés Liébana es como deambular por su casa, un laberinto de recuerdos y nombres en el que detrás de cada recodo hay una sorpresa: un retrato de Francisco Umbral con porte aristocrático ("a él le gustaba verse así", dice su autor), el dibujo de una maternidad dedicada por Dalí sobre la taza del váter y flanqueada por dos pequeños marcos con las manos plasmadas de Antonio López.
enlace a noticia completa en El País