viernes, 1 de julio de 2011

GINES LIEBANA: "En mi arte, lo que me inspira no lo sé, lo que sé es lo que siento"

--El próximo 24 de octubre, día de San Rafael, será nombrado Hijo Adoptivo de Córdoba. A pesar de haber residido en otros países de Europa y Sudamérica, nunca se ha desprendido de su vínculo con la ciudad.

--Jamás. A Córdoba debo lo más especial que tengo, mi vocación. Aunque nací circunstancialmente en la localidad jienense de Torredonjimeno, desde pequeño he vivido en Córdoba. En momentos difíciles, tuve la suerte de escapar a Madrid con 24 años. Alejado de Córdoba, fue cuando empecé a valorarla de verdad. Dicen que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, en mi caso hasta que se está lejos, y es verdad. Yo la retrato más en mis escritos que en mis pinturas, no se puede reflejar la esencia de Córdoba pintando una callecita con un farol, es más profunda que eso.

--Descríbame la Córdoba en la que se crió.

--Yo viví en una Córdoba sin dinero, sin bancos ni tiendas de regalos. Era una Córdoba elegante. Me tuve que alejar de ella en 1941 y comencé a trabajar de dibujante en una empresa de Madrid. Constantemente añoraba con tristeza mi ciudad, que nada tenía que ver con aquello. Cada vez que se presentaba la oportunidad, volvía a casa. No fueron pocas las veces que me colé por las ventanillas de los trenes (risas).

--Estuvo hace poco en la ciudad. La encontrará cambiada. ¿Hay algo en especial que eche en falta?

--Hay una cosa que siempre va a caracterizar a Córdoba, el olor. Yo no tengo ni rencor ni envidia, solo envidia sana de lo que no poseo. Y hay una lista enorme de aromas que han desaparecido en la ciudad, y que echo en falta. Muchos árboles se han quitado de en medio simplemente porque molestan. Si Córdoba no fuese una ciudad con mucha agua, estaría desierta.

--¿Y algo que conserve?

--Por mucho que intenten cambiarla, Córdoba siempre mantendrá su belleza y, por supuesto, ese hálito del aire cordobés, que es algo que nunca nadie le podrá quitar.

--Va a ser el Capataz de Honor de la LV Fiesta de la Vendimia de Montilla-Moriles. Le gustará el vino, supongo.

--Por supuesto, soy amante de los cartones de vino --bromea--. No hay día que falte sobre mi mesa un vino de Montilla-Moriles a la hora de la comida. Además, he colaborado mucho con el vino, he estado muy vinculado a su mundo tanto en catas como en el desarrollo de carteles artísticos dedicados a este producto.

--Carlos Clementson le dijo en una ocasión: "Tú eres el poeta secreto del Cántico". ¿A qué se refería?

--Yo llevo siendo escritor desde 1938, pero un día me desperté y vi que el mundo me había silenciado, inexplicablemente. Comencé entonces a no creer en lo que hacía, pensaba que no valía.

--Pasó usted por una etapa de crisis.

--Sufrí una fase de estancamiento. Pero pronto me recuperé, a base del compromiso de los demás. Gracias a los nuevos medios como internet pude ver que la gente valoraba mi trabajo, sobre todo los jóvenes y, en especial, las mujeres, que hoy en día parecen estar más abiertas al arte que los hombres.

--¿Las mujeres son musas de su inspiración?

--La mujer, en especial la cordobesa, ha sido una inspiración total desde siempre. Si vamos a una boda y comparamos las novias de los años 40 con las de hoy, veremos que la mujer sigue conservando un halo de belleza especial intacto. La única diferencia es que ahora se desnuda un poco más. Recuerdo que en el último evento de Cosmopoética al que asistí los organizadores contaron con la colaboración de varias azafatas, todas bellísimas, con ojos embaucadores. A una le tuve que pedir por favor que me dejara dibujarla, aunque fuera solo un ojo (risas).

--Hablemos del amor, ¿cómo lo refleja en su arte?

--El amor es puro sentimiento. El desastre del amor es interesante y el amor correspondido, aburrido. En mi arte, lo que me inspira no lo sé, pero sí sé lo que siento. Llorar por amor es una de las cosas más fantásticas que hay en esta vida, a los que sufren por ello yo les digo que hay que estar contentos de poder llorar por amor.

--Dentro de pocos meses cumplirá 90 años.

--Me alegro de poder disfrutar de la vida tantos años y toco madera, porque la edad que se acerca se las trae (risas). Yo tengo mucho sentido del humor, creo que es algo que siempre ha beneficiado a mi salud. Reírse de las cosas más sensibles e interiores puede parecer superficial, pero no es así. En El nombre de la Rosa , hay un momento en el que el fraile le pregunta a su pupilo que por qué no ríe; él responde que es porque el evangelio no dice que haya que hacerlo, a lo que contesta el fraile: "Ya, pero tampoco dice lo contrario".

--¿Tiene alguna influencia cordobesa?

--Una figura máxima de la escritura es Ricardo Molina. Un hombre de carácter sencillo, cualidad que refleja en sus escritos por el lenguaje que emplea; ha sido un poeta hasta el último día. Además, su sentido del humor en cuanto a temas dramáticos lo convierte en un artista de gran singularidad. Juan Bernier y Pablo García Baena son también dos figuras relevantes en mi vida, pero sus trabajos están mejor reconocidos. A Ricardo lo conoce poca gente y, la verdad, es una pena, porque tiene obras maravillosas.

--¿Qué opina de Franz Kafka?

--Kafka es un humorista. Por mucho que digan lo contrario, no hay nada más humorístico que él. Ese hombre que se convierte en cucaracha, ese señor llamado "K" al que hacen la vida imposible las autoridades de un castillo, esa mujer exageradamente gorda llamada señora Grubach-. Todas sus historias son graciosísimas, Kafka tiene un sentido del humor maravilloso. No comprendo cómo se pueden sacar análisis sesudos diciendo tonterías sobre el transfondo de sus obras. ¡Si son divertidísimas!

--¿Y Dalí?

--Ese hombre era un tipo genial. Es una pena que también el enfrentamiento político lo dejara desamparado, sin poder llevar sus películas adelante. ¡Imagínese una película de Dalí, qué grande hubiese sido! Pero lo despreciaron y lo llamaron de todo. Con la fantástica imaginación que tenía, si lo hubiesen llegado a nombrar ministro de algo, en Córdoba seguramente habría llevado a cabo numerosos inventos de lo más ingenioso. Uno de ellos habría sido el "arte reciclado", y habría reutilizado en la ciudad todas las cosas que finalmente han sido destruidas. Tenemos suerte de conservar aún edificios emblemáticos como el Gran Teatro o la casa del Colegio de Arquitectos del Gran Capitán.

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