POESÍAS
A la tristeza le he dado un mínimo espacio / y, aunque sucedan cosas que confunden,/ la dejo entrar en mi estacada. Retengo su agrazón / porque estaba en los instantes en que te conocí. / No sé si venía de dentro --llegó sola--, / o si era sólo rumor.
(No puedes condenar lo que, sin ser llamado,/ entra al lado de la dicha. Una vez expulsados, / en el paraíso no se construye nada. )
En mi destierro --enclave de favorable don-- / he levantado cuatro muros para protegerla. / Ahí sigo, reparando el impulso de un nuevo / sentimiento con el soplo que tiene el enigma perdido.
Súplica
Señora Memoria: / convenza usted a la melancolía de que deje / de elegirme a mí para llenarme el corazón / de relatos que me suenan a fuego y / con los que acabo discutiendo.
Señora doña Memoria: / no me prohíba entrar en su emparrado.../ Entrégueme la vara y los racimos como / la muchacha que le abre la puerta al guerrero / y le da lo que el mar le regala.
Invóqueme con el ángel del vino, / guardián de la zona que abandonó / el crepúsculo sin cobertura.
Errante
No vengo a recibir reproches. / La caja del inconveniente tiene mala cerradura / y la mentira lo aprovecha para guardar sus trajes.
Mi corazón camina entre alambradas / con más tiros que la bandera de Nápoles.
Mis gritos atraviesan las nubes. / ¡Tú tienes la culpa por mirar como miras! / Hasta insultándome resultas. / Tu cerrazón me complace. Las cosas que tienen buen rostro, cuestan poco. / No des más quebranto a tu desdén / ni pases la radiosa rueda / sobre mi arañado corazón.
Dificultad
Confabulado con lo enardecido, / el infinito la cierra el territorio a mi llegada/ y el sol lleva una rosa de fuego en la maleta. / La desazón que tan ansiosamente padece este conflicto / me empuja a la búsqueda de un corazón sediento. / Duermo vestido para cumplir con el manual de la cortesía / porque los sueños tienen un padre simulado / que en los días sin luz no se deja ver.